viernes, 26 de noviembre de 2010


IGLESIA DE SAN JUAN BAUTISTA Y HOSPITAL DE SAN JUAN DE DIOS

Datos históricos
En el año 1565, enviado por la naciente Orden Hospitalaria, llegó a Lucena para fundar un hospital el venerable Fray Gerónimo Frutos de San Pedro; recibido por el señor de la entonces villa don Diego Fernández de Córdova, el Africano, le fue concedida por éste una generosa limosna y un sitio extramuros, en la parte de la Calzada, para erigirlo. La colaboración del Concejo, de los vecinos y, especialmente, de la Cofradía de la Santa Caridad, fueron la respuesta al deseo de fundar tan benéfica institución. La citada cofradía, en cabildo celebrado en la Iglesia de Santiago el 25 de mayo de 1567, bajo la presidencia del Hermano Mayor Miguel Sántado de Hernán Núñez, acordó ceder al citado Fray Gerónimo Frutos el hospital denominado de San Mateo, para acudir con el importe de su venta en subasta pública a las obras del nuevo hospital. Con licencia del señor Provisor de Córdoba, Meléndez, se vendió el Hospital de San Mateo en 130.000 maravedís a Gonzalo Rodríguez, vecino de Sevilla. Socorrió también con limosnas al nuevo hospital el Obispo de la Diócesis don Bernardo Fresneda, quien bendijo la iglesia en su visita pastoral de mayo de 1575.
De aquel viejo hospital y de la iglesia nada resta en la actualidad salvo las descripciones que de ellos se hicieron a principio del siglo XVIII. En el mismo siglo hay constancia de diferentes obras. En 1700 Andrés Antonio del Pino se comprometía a "hazer, fabricar, conduzir y labrar toda la piedra de cantería que sea nezesaria para acabar la torre que está empezada a fabricar". y al año siguiente, este mismo cantero se obligaba con la comunidad a "hazer y acavar la portada de la puerta mayor de dicho convento y ospital".
Por otra parte, el 24 de noviembre de 1726, Melchor Fernández Moreno, maestro retablista y escultor, junto con el carpintero Juan Tenllado, se comprometían a realizar y asentar el retablo lateral de Nuestra Señora de Belén, desaparecido en las obras posteriores.
Pese a estas y otras obras la ruina de iglesia, hospital y convento, se hace a lo largo de la primera mitad del XVIII cada vez más evidente, de tal modo que en 1747, a instancia y bajo el patrocinio del Rvdo. Padre Fray Alonso de Jesús y Ortega, lucentino y General de la Orden, "se derribó el viejo, (hospital e iglesia), el cual se hizo "a fundamentis", ni viga que pudiera servir por ser cuanto en él se halló inútil, por la antigüedad de su fábrica, que era de tierra toda y de maderas endebles. Hízose una hermosa iglesia con su capilla mayor en la que está un magnífico retablo... ".
La bendición de la iglesia se realizó el 22 de octubre en 1755. Por la tarde se organizó una solemnísima procesión con asistencia del Clero, todas las Comunidades Religiosas radicadas en Lucena con sus titulares, las Cofradías y Hermandades, los Familiares del Santo Oficio y el Ayuntamiento, acompañados por el Regimiento de Dragones de Edimburgo con su banda de música.
Después de nueve fastuosas fiestas culminadas con iluminaciones nocturnas y fuegos artificiales, tuvo lugar un "Víctor Público"- homenaje, se diría hoy- al Padre General Fray Alonso de Jesús, mecenas de la obra en cuyo agradecimiento la Comunidad Lucentina le otorgó el título de Patrono.
La exclaustración acabó con la Comunidad de San Juan de Dios. La desamortización llevó a la venta sus cuantiosos bienes, cuyo importe fue invertido en inscripciones nominativas de la Deuda Pública Interior, nombrándose una Junta de Beneficencia que se encargó de la administración del Hospital, realizando la asistencia a los pacientes un grupo de mujeres seglares y más tarde, en 1880, religiosas Siervas de María.
A partir de la década de los 30 del presente siglo se encargó del Hospital la Orden Mercedaria.

<em>Arquitectura


El templo de San Juan Bautista se alza sobre una planta casi rectangular, compensándose el descuadre de los pies por medio del diferente grosor del muro de la fachada. Es de una sola nave de eje longitudinal, cuya relativa estrechez se salva merced a la elevación de sus bóvedas y al contraste del claroscuro entre las partes bajas y las altas del edificio. La bóveda, de medio cañón se sustenta sobre cuatro arcos torales, tres de ellos en la nave y el cuarto entre la cúpula y la cabecera del templo; tiene sus correspondientes lunetos que albergan seis vanos, más otros dos ciegos, en el coro, cuyo medio cañón remata, al igual que el de la pared del retablo en un cuarto de esfera.
Los arcos torales se apoyan en sendas pilastras con recargado capitel corintio sobre el cual montan arquitrabe, friso y cornisa volada sobre decorativos canes que marca la transición entre la penumbra inferior acentuada por el zócalo de jaspe negro con embutidos geométricos en mármol blanco y la luminosidad de la altura, enmarcada ésta por yeserías que imitan en cada hueco el aspecto de las cornucopias en las que el espejo no es otro que el claro de la ventana de medio punto.
La cúpula sobre pechina, tiene cornisa circular, cuyo movimiento se rompe a intervalos regulares por las penetraciones de los a modo de remates de talla de cardinas en estuco que ocupan las pechinas y orlan los escudos de la Orden Hospitalaria y de Fray Alonso de Jesús Ortega. Entre cada una de estas citadas penetraciones, unos medallones de talla con un angelote completan el aspecto de la cornisa. La media naranja, gallonada, tiene domo o cupulín y son sus elementos decorativos cuatro lienzos ovalados enmarcados por relieves florales de estucos y guirnaldas radiales.
El coro, amplio, aunque carente de una sillería acorde con la riqueza ornamental de la iglesia, se sustenta, a los pies de la iglesia, sobre arcos rebajados. A su lado, sobre la puerta claustral, se encuentra la tribuna del órgano que adopta el aspecto usual de una ménsula decorada con nervaduras de abanico.

Exteriormente, la iglesia posee un pequeño atrio cerrado con pilares y rejas que rodea el espacio de la portada, construida de jaspes multicolores, cuya planta está constituida por un trapecio de base menor adelantada, ocupando los vértices, sendos pedestales adornados con placas geométricas y molduras, sobre los cuales se levantan los elementos sustentantes constituidos por columna de jaspe rosa, estriadas, con capitel corintio, que dan lugar a tres calles: la central, ocupada por la puerta, abocinada, con arco de medio punto; y las laterales en cuyos intercolumnos aparecen como elementos decorativos las placas, los jarrones con azucenas, de clara raigambre granadina, y los mascarones.
La separación del primer cuerpo y el superior la marca un arquitrabe de bandas. Un friso de jaspe negro que se interrumpe en el centro y sitúa sobre los capiteles de las columnas sendos prismas; otra banda de mármol claro, decorado con rosetas, de jaspes multicolores embutidos, corre sobre el anterior curvándose en el centro paralelamente al arco de la puerta y coronando un medallón de mármol blanco con marco de hojarasca que muestra un bajorrelieve con la figura del titular de la iglesia: San Juan Bautista.
Finalmente, una ancha cornisa de jaspe negro sirve de base al segundo cuerpo. La línea ascendente de las columnas se continua en él a través de unos pedestales de los que, los laterales se abren al vacío coronados por unos remates ovoideos, mientras que los centrales se prolongan ascensionalmente por medio de unas columnas similares a las del cuerpo inferior pero de menor tamaño, que originan una sola calle cuyo centro lo ocupa una hornacina rematada en venera con la imagen de San Juan Dios. La portada se cierra con un frontón curvo, partido, en cuyo vano, enmarcado por un medallón exornado con fina labor de hojas, debería mostrarse un óvalo con el emblema de la Orden: la Cruz de Granada.
Esta portada, arquitectónicamente de las más hermosamente espectaculares de la provincia fue realizada sobre traza de José de Bada y Navajas, por el cantero lucentino Lorenzo Vicente del Pino Ascanio.
En la fachada se articula la torre, ejemplar muy interesante, pese a su sencillez. Construida en ladrillo, incluso en la parte no exenta, se remata con un chapitel piramidal a cuatro aguas con cobertera de teja árabe vidriada. La particularidad radica en continuar el chaflán que a partir de su parte exenta rompe la cuadratura de la planta incluso en las aristas del chapitel, donde aparecen los clásicos remates de cerámica. El cuerpo de campanas se abre por medio de cuatro huecos de medio punto, abocinados, en balconcillos de hierro. Igualmente en la cara de la fachada, la torre presenta un óculo para reloj.




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